sábado, 19 de febrero de 2011

Bienvenidos a la ciudad de Mahagonny


-¿Por qué lo hiciste? -le pregunta a Teo con exigencia. No contesta. Mejor será no contestar que revelar el porqué.

Teo está asustado. No sabe cómo ha podido ocurrir.
Todo empezó cuando Teo, aburrido en casa, decidió salir a dar una vuelta y acabó en "el palacete burgués y salvaje a un tiempo". No es que sintiera extremo interés por visitarlo de nuevo, pero dentro de él, algo le instaba a regresar. Un lujurioso sentimiento que todavía no había aceptado.

Música. Música que no conocía, pero por la que se sentía atraído de algún ilógico modo.
Exceso de maquillaje. Escasez de ropa.
Eran actores representando personajes. Hablaban de la creación de una ciudad llamada Mahagonny.
Exceso de movimiento. Escasez de detalles.
Una ciudad sometida al vicio y a la oscuridad. Una ciudad de carnes y corrupción.
Exceso de lujo. Escasez de humildad.
Aunque había algo en Teo que le obligaba a no apartar la mirada, eso mismo le llegaba en tanta abundancia que sentía que su espíritu lo rechazaba. No lo quería.
Pensaba Teo que el exceso ocultaba la posibilidad de contemplar el trabajo como un esfuerzo dramatúrgico notable. No obstante, seguía habiendo algo que le obligaba a mantener la mirada fija en las carnes jóvenes de las chicas, en los dos pares de labios que jugaban al unísono, en la batalla con guantes de boxeo.
Y de pronto, sin más, acaba. Se apagan las luces y se pone fin al espectáculo.

(Teo toma un zumo de naranja y un Tokke mientras piensa en la profesora de Historia... es decir, en los deberes de la asignatura de Historia).

Música. Música que ya le parecía haber oído. Si no esa, una de similares características.
Exceso de espíritu dandy. Escasez de superficialidad.
Estos actores fumaban en pipa y se apoyaban en un bastón. Elegancia frente a deformación.
Exceso de obviedad. Escasez de aberración.
Una ciudad que oculta el vicio con gala y cortesía. "Tú juega, juega, pero no te olvides de llevar siempre puesta la gabardina".
Exceso de interés. Escasez de interés.
Y entonces... era inevitable, de algún modo. Las preciosas chicas de Mahagonny hicieron de nuevo su acto de aparición. Con otras ropas (la misma cantidad, o incluso menos), con otros alardes y con otros focos de protagonismo... pero la misma esencia.

"Es una fiesta en el escenario. Una fiesta en el escenario".

Teo vuelve a casa.
Enciende el ordenador.
Google.
Chicas guapas.
Pechos, glúteos, ombligo, lenguas, ojos... ojos...

-¿Se puede saber qué haces...? -escucha Teo desde su espalda. Su madre, en la puerta, le hace una pregunta.
Teo apaga rápidamente la pantalla. No contesta.

Pasan los días.

-¿Por qué lo hiciste? -le pregunta a Teo con exigencia. No contesta. Mejor será no contestar que revelar el porqué.