martes, 30 de noviembre de 2010

TEO y SPONTAN

Este fin de semana Teo, cansado de estar en casa, salió a dar un paseo y se encontró con un lugar muy peculiar. La sala Carolina, un espacio cultural compuesto por varias salas. En una de ellas se representaba SPONTAN.

En la puerta de la sala Teo se preguntó si debía entrar a ver el espectáculo, porque era algo tarde y su madre se preocuparía si tardaba mucho en llegar, y más aún cuando anochece tan pronto. Le preguntó a una señora que estaba fumando si duraba mucho la performance.

-¡Que va chico! Es muy divertida, nunca se me ha hecho larga, y eso que he venido varias veces a verla. Siempre hay cosas interesantes que ver en el trabajo de estos chicos, y también es interesante ver cómo responde el público cada vez. ¡Entra! Igual hasta tienes la oportunidad de salir con ellos en alguna de las impros.

Teo entró. SPONTAN es un espectáculo donde participan actores y público. Antes de entrar a la sala a Teo le dieron un cartoncito donde tenía que escribir cualquier frase o palabra, lo que se le pasara en ese momento por la cabeza, "Mickey Mouse y sus amigos son unos radicales", fue lo que escribió... (Es normal, su tía le obligó a comer espinacas en un plato de mickey mouse, daisy, donald, minnie y toda esta gente... imaginate, no lo olvida...) Antes de sentarse en su butaca Teo dejó el cartón en un bol naranja que estaba en el borde del escenario.

El espectáculo comenzó. Cinco chicos vestidos con camiseta negra y vaqueros presentaban la performance. Harían improvisaciones a partir de unas cuantas pautas, juegos y las frases propuestas por el público. Lo primero que hicieron fue leer uno de los cartones, "Mentira". Cada vez que esa palabra apareciera en cualquier momento de todo el espectáculo el público tenía que aplaudir y expresarse con fuerza (Primera pauta a tener en cuenta). Ésto solo fue el principio. Cada vez se complicaban más las improvisaciones. Es una sorpresa, así que Teo me ha pedido que no revele nada de lo que pasó. ¡Moved el culo!

A Teo le encantó, había pasado de una tarde aburrida y sin nada que hacer a participar en un espectáculo. Le recordaba a cuando va al parque de atracciones con su abuela, porque estaba muy emocionado. La sensación de que el público formara parte de esas improvisaciones le pareció muy divertido. No para de decirme que quiere ir otra vez. Es un ilusionante pesado. Eso está bien. Ahora yo también tengo ganas.


*Fdo: La mamá de Teo.



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jueves, 25 de noviembre de 2010

Teo y el Optimismo


" Los héroes clásicos reflejados en espejos cóncavos dan el Esperpento. Las imágenes más bllas, n espejos cóncavos, son absurdas" Ramón del Valle Inclán.




Teo llegó del colegio lleno de rabia. Ese día en el recreo se había peleado con su mejor amigo, Hugo.

Cuando entró a casa tiró la mochila, puso la tele y se sentó en el sofá enfurruñado. Su padre leía en el sillón de siempre "Divinas Palabras". Lo miró de reojo. No le dijo nada, esperó.


- Papá, he decidido que no voy a ser más amigo de Hugo.

- ¿Y eso, por qué?- le preguntó su padre sin despegar los ojos del libro.


Teo le enseñó el moratón del brazo, que le dolía mucho y le contó lo que le había ocurrido.


- Y dime, ¿tú le has pegado también?

- Sí

- Y le has hecho daño, a que sí.

- Sí.. pero no le he hecho ningún moratonazo como éste..

- ¿Sabes que al señor que escribió mi libro le pasó algo parecido? Él era gallego, como la abuela, pero cuando era jovenzuelo vivía en Madrid. Le gustaba mucho salir por los bares de la Puerta del Sol, la plaza de las campanadas y las uvas que sale en la tele. La historia que te voy a contar sucedió en el Café de la Montaña.

- ¿Tú estabas allí, papá?

- No, claro que no. Ésto pasó en julio de 1899 cariño, ni la tía Catalina había nacido aún.

- Aaah

- Pues uno de aquellos días el señor tuvo una discusión con un amigo y compatriota suyo que se llamaba Manuel Bueno. Discutían sobre la legalidad de un duelo que debía celebrarse y eso les llevó a las manos y a los bastones.

- ¡¿A los bastones?!

- Sí hijo, a bastonazo limpio. Uno de esos golpes le dio en la cabeza y le hizo una herida que no paraba de sangrar, y otro certero golpe hizo que se le clavara uno de los gemelos que llevaba en la camisa, el de la muñeca izquierda, y además le fragmentó los huesos del antebrazo en trocitos.

El señor, que era muy despreocupado, no se curó la herida del brazo y al cabo de unos días la tenía peor. Se le estaba gangrenando. La grave infección solo puedieron curársela amputándole el brazo, es decir, quitándoselo.

- Jolin, que daño

- A que sí, pues en esa época las operaciones se hacían con muy pocos medios. No había anestesia y el señor estuvo despierto, menos por un instante que se desmayó. Cuando casi habían terminado les dijo a los que estaban allí que acabaran de aguantarse el mono y que se encendieran un cigarro con él. Y así, el final de la amputación la vivió haciéndo círculos de humo con su puro habano, mirando al techo.

- ¿Y no estaba triste?

- Claro, me imagino, porque es un golpe muy duro quedarte sin brazo con solo treinta y tres años, pero siempre hay cosas peores, Teo. Eso pensaría él mientras miraba al techo. El hecho, lejos de deprimirle o de debilitarle, le hizo más fuerte y su ingenio salió de nuevo a la luz. Ramón del Valle Inclán, que así es como se llamaba, fue visto durante mucho tiempo por los típicos cafés y centros culturales madrileños mencionando que su brazo lo había perdido en una fiera batalla con un León.

- Seguro que no fue más amigo de ése..

- Pues, ¿sabes que hizo cuando vio a Manuel Bueno por primera vez después de todo eso?

- ¡Le pegó un puñetazo con el otro brazo!

- No, le estrechó la mano.

- No lo entiendo...


-¡Cariño, ayúdame a redactar el artículo para mañana!- dijo la madre de Teo desde el estudio.

- ¡Voy!, Teo piensa en lo que he contado y toma la decisión que creas conveniente. Cuando acabe de ayudar a tu madre hacemos la cena.


Al día siguiente Teo fue a buscar a Hugo para ir la escuela pero su madre le dijo que ya había salido. Teo caminaba cabizbajo y pensativo. De pronto oyó un "tss, tss"desde la acera paralela, era Hugo . Se miraron, serios, muy serios, tan serios que explotaron a reir. Hugo cruzó la calle y le chocó la mano. Siguieron el camino enseñándose los cromos disponibles para cambiar.




Optimismo: Es el valor que nos ayuda a enfrentar las dificultades con buen ánimo y perseverancia, descubriendo lo positivo que tienen las personas y las cirunstancias, confiando en nuestras capacidades y posibilidades junto con la ayuda que podemos recibir.




martes, 23 de noviembre de 2010

"Café y Cigarrillos"

A parte de obras de teatro famosas y películas, a Teo también le gusta hablar de cosas que suceden en su escuela, y es que se ha dado cuenta que hay muchos alumnos de la ESAD Valencia con ganas de hacer cosas, de formarse más allá...y lo tiene claro, además, por eso escribe también este blog, porque le gusta que todos conozcan lo que piensa y quiere promocionar lo que le gusta.

Se está haciendo muchos colegas en la ESAD y hoy le han contado que el año pasado, a finales de curso, un grupo de estudiantes dirigidos por Borja López montó (o mejor dicho, teatralizó) algunas escenas de la película "Café y cigarrillos" de Jim Jarmusch.

Ha estado hablando con algunos de los chicos que están en este montaje, que en total son diez, aunque no ha hablado con todos...y le han contado como nació la idea, y es que le pidieron a Borja un montaje de humor para representar en una feria en Puçol, y de ahí ya han salido dos bolos más que hicieron este verano y esperan seguir en lo que queda de curso.

Teo todavía no ha visto las escenas, pero se muere de ganas porque le han contado que son super cómicas, algunas muy surrealistas y otras recrean situaciones que, aunque parezcan más normales, no lo son, porque, en "Café y cigarrillos" pocas cosas normales hay...

Pero es que lo que más le apetece a Teo es ver a sus colegas de la Escuela de Arte Dramático, y le encanta que haya gente con inquietudes. Desde aquí anima a la gente a que haga cosas, a que escriba historias, a que invente, a que cree (o recree)... porque como dice Grotowsky (un señor al que está conociendo ahora en sus clases y del que ya os hablará): "Uno debe aprender a partir de hacer y no a través de la memorización de ideas y teorías". (Aunque sabe que las teorías son importantes).

Bueno, y hoy Teo se va ya a dormir...se le ha hecho tarde para escribir la entrada pero ultimamente está muy ocupado...

También sabe que no ha hecho ninguna crítica teatral, ni de cine...pero lo ha consultado con su abuelita y creía conveniente hacer publicidad a sus amigos sobre la obra que quieren llevar por ahí y de la que esperan que salgan algunos bolos...

De hecho, hay en youtube videos de las actuaciones que hicieron en el Aula Escenario de la ESAD el pasado junio, y aquí os deja una muy misteriosa...


jueves, 18 de noviembre de 2010

Herois.


-Teo, la mamá y yo nos vamos al cine. ¿ Quieres que llamemos al primo Jorge y os meteis vosotros a una película de dibujos?

A Teo le encantaba ir al cine y aún más si era con su primo Jorge. Para los ojos de Teo él era como mitad niño mitad mayor. Por ejemplo, aún le gustaban las pelis de dibujos y a la vez ya llevaba cartera con dinero así que podía comprar para él y para Teo gominolas y palomitas y no sólo ‘’Una de las dos cosas’’.
Lo único malo de ir con él era que tardaba mucho en estar listo para salir de casa. Teo no entendía porque a su primo le gustaba tanto cambiarse tres veces de camiseta, estar tanto tiempo peinándose e incluso estar mucho rato mirando el armario de las zapatillas.

Después de todo ese ritual cuando llegaron al cine ya era demasiado tarde: Había empezado ‘’Gru, mi villano favorito’’ y ya no podían entrar a verla.

A la mamá de Teo se le ocurrió la solución. Les propuso entrar a ver Herois, dijo que era una peli de mayores y de niños.

Teo se alegró muchísimo de haber llegado tarde. Aquella película le encantaba.¡Empezaba justo cuando uno de los protagonistas se iba de vacaciones! Y trataba sobre un grupo de amigos que se encontraban todos los veranos. La película nos enseñaba como estaban todo el día jugando, yendo en bici, bañándose en la playa…¡Teo se lo estaba pasando bien solo con verlos!

Había otra parte de la peli que Teo pensó que sería la que correspondería a los mayores. Un señor se quedaba tirado en la carretera y recogía a una chica que tenía que encontrarse con un amigo de la infancia.
Después resultó que los niños y los mayores eran los mismos.

Al terminar la peli Jorge, el papá y la mamá de Teo estaban llorando.
Después en el coche, ya sin lágrimas, su papá dijo:

-Hay que reconocer que el director se ha exccedido con la música. Era demasiado grandilocuente. Magnificaba unos momentos que requerían de más espontaneidad, frescura e inocencia. Es como si tanta épica rompiera la intimidad que consigue crear con la relación de los niños y sus vivencias. Con la intención de llegar más al espectador, de que el espectador se emocione, enfatiza momentos que si buscas en ti son más bien bastante suaves. Demasiado forzado para mi gusto.

-Eso es cinismo. Te pones demasiado cínico cuando ves algo poco intelectualizado.- dijo la mamá de Teo.

-Entonces reconoces que no es muy profunda. Vamos, es como si en vez de arte fuera un anuncio. Pura retórica cinematrográfica.- defendíó su papá.

- No, es algo mucho más sencillo y transparente. Simplemente digo que esta película está más destinada a provocar una emoción franca. Es profunda en otro sentido. No quiero pensar que está inspirada por un deseo comercial ni sensiblero, sino más bien por la absoluta franqueza que nos brinda la memoria emocional. Reconoce al menos que el director se arriesga al exponerse tan abiertamente al cinismo y que requiere cierta valentía, sobre todo en Europa, deshacerse de ese miedo al ridículo y arrojarse en manos de la nostalgia por un paraíso perdido. Y supongo que a la hora de la creación también sería duro exponerse al sentimiento de mezclar lo que ocurrió y la vivencia de entonces, con el recuerdo de lo que ocurrió desde la vivencia de ahora.

Hacía rato que Teo no entendía nada de lo que decían sus papás. Además el hecho de darse cuenta a través de la película de que los niños crecen y sus vidas cambian, de que no sería un niño para siempre, le había absorvido y le había puesto un poco triste. Quizá por eso lloraban antes sus papás.

Al mismo tiempo, Jorge, que no era muy dado a escuhar a los mayores, se limitaba a cantar, con una mirada muy seria, la última canción que había sonado en la película....
...Forever young, I want to be forever young...


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martes, 16 de noviembre de 2010

Nonsolum


Hace cosa de dos semanas, Teo estaba cenando temprano en la mesa de la cocina, mientras su madre esperaba a Papá, que todavía no había acabado de trabajar. Bueno, en realidad, no era el único que estaba cenando, ya que, en secreto, iba dándole parte de su alimento a Yako, que le tocaba con la pata cada vez que se acababa el bocado que Teo le ofrecía por debajo de la mesa.
Estaba cenando temprano porque al día siguiente, Teo tenía que ir a la escuela.

Entonces, sonó el teléfono y Teo, a quien le encanta ser el primero en cogerlo para saber quién está llamando, se levantó de la silla de un solo golpe para correr al comedor a atender la llamada. Era su abuela. Le dijo que esa noche hacían una representación en un teatro llamado El Musical y que si le apetecía ir. Con un nombre tan chulo, Teo casi se atragantó al responder que sí. Las otras obras de teatro que había visto le habían gustado bastante, y además, estaba empezando a cogerle el gusto a esto de ir al teatro.

Mamá no fue tan permisiva. Se enfadó mucho, y al final accedió porque la abuela se presentó allí, y la abuela de Teo puede ser una anciana, pero si quiere puede ser también una niña malcriada y contestona que no para hasta salirse con la suya. Así que finalmente, a las 21:30 horas de la noche, Teo y su abuela abandonaban el hogar familiar camino hacia El Musical.

Nonsolum.

Ese era el nombre de la obra de teatro que Teo iba a ver aquella noche.
En cuanto lo escuchó, empezó a imaginarse que la representación tenía como protagonista a un superhéroe o un extraterrestre que se llamaba Nonsolum y que llegaba a la Tierra con el fin de salvar a los humanos de algún enorme peligro. Porque realmente esa palabra no se parecía a ninguna otra que Teo hubiera leído o escuchado decir antes. La verdad es que era una palabra bastante extraña.

Se apagaron las luces.

Entonces Teo se dio cuenta de que en esa obra no había ni mesas y taburetes ni bancos ni nada parecido. Sólo un pequeño cajón de madera. Como la trampilla que custodia Fluffy, el perro de tres cabezas, en Harry Potter.

De pronto apareció un hombre en el escenario. A Teo le dio bastante risa porque silbaba y tarareaba algo sin parar, y se movía de allá para acá de una manera bastante peculiar. Pero Teo todavía no se había acomodado del todo, pues no entendía de qué trataba la obra en realidad.

Entonces el hombre se presentó. Pero luego tocaron al timbre. Y el hombre se presentó de nuevo como otra persona distinta. Y volvió a ocurrir. Y volvió a ocurrir. Muchas veces. Teo se reía, pero todavía no entendía a dónde iba a parar todo aquello. La misma persona era alto, bajo, delgado, gordo, desnudo, vestido... Entonces Teo se acordó de los juegos con sus compañeros en el recreo: Los lunes toca historia de indios; los martes, aventura de superhéroes; los miercoles, guerra de bandos; los jueves, el zoo; los viernes, invasión alienígena. Y en todas esas situaciones, Teo era Kukhum, o Spiderman, o el General T, o una pantera o R5D2-II. Y sin embargo, seguía siendo Teo. Porque él era Teo al fin y al cabo, aunque a veces fuera un indio y otras un alienígena. Y es cuando empezó a disfrutar un poco más de la representación. Y a reírse tanto como su abuela. Bueno no, tanto no, porque su abuela estaba riéndose desde que había empezado la obra. Teo no lo entendía, la verdad.

Y el hombre decía, o los hombres decían, que estaban en el paraíso. Pero él sólo seguía viendo la cajita de madera de Harry Potter.

Luego llegó un momento en que Teo realmente deseó marcharse del teatro e irse a dormir. Porque durante un rato su abuela estuvo tapándole constantemente los oídos y Teo sólo podía ver lo que hacía el señor, y no oírlo. "Cosas de mayores" -le decía ella. Pero él quería escucharlo, más que nunca (el testarudo Teo...). Tuvo que conformarse con ver al señor hacer esparamentos extraños con las manos y poner muchas caras, distintas unas de las otras.

Y el hombre después cantó. Boleros, su abuela le dijo que eran boleros. Se subió a la cajita de Fluffy y cantó melodías muy lentas, con movimientos muy pausados, y Teo entrecerraba un poco los ojos porque el ambiente tan oscuro y tranquilo lo invitaba al sueño. Le recordaba a un viejo casette de su padre que le ponía cuando era más niño para irse a dormir.

Pero sin duda, la mejor parte de la noche fue cuando el señor se puso unas gafas de plástico que le tapaban los ojos. Las gafas mágicas de Nonsolum. Teo quería subir al escenario y pedírselas al hombre, pero sabía que su abuela se hubiese enfadado mucho con él y no lo hizo. Y Nonsolum, es decir, el hombre, comenzaba a comportarse de una forma ligeramente distinta a como lo hacía sin llevar las gafas. Y Teo volvió a acordarse otra vez del principio de la obra y todas las personas distintas que habían pisado el escenario en el cuerpo de una sola.

Cuando acabó la obra y aunque tenía bastante sueño, Teo aplaudió mucho. Aunque su abuela aplaudió más. Teo llegó a pensar que se le iban a caer las manos cuando salieran del teatro. Pero no fue así. De hecho, al salir no dejaba de decirle que la obra había sido una maravilla.
-Era Sergi López, Teo, Sergi López. ¿Cómo no va a ser una maravilla? -le repetía una y otra vez. Eso Teo no lo entendía. Para él, ese nombre no significaba nada. Para Teo, ese hombre era Nonsolum, el de las gafas mágicas.

A la mañana siguiente, Martes, Teo preguntó a su profesora de Conocimiento del Medio qué significaba Nonsolum. Matilde, que así se llamaba, le dijo que esa palabra no existía. Pero Teo, el testarudo Teo, no se dio por vencido y buscó a Soledad, la profesora de Lengua. Y ella le dijo que Non solum venía del Latín y que significaba "No solo". Teo le dio las gracias, salió al patio y se convirtió en Spiderman, porque aquel día era martes.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Teo y el esperpento

Extraño. Teo se sentía extraño.

Había salido a pasear a su perro Yako.
-No salgas del parque, Teo. –le había dicho su madre. Pero Teo era un niño, y ante un impulso instintivo, las palabras de aviso se desvanecen en la memoria (cuando se hizo más mayor, esto lo aprendió Teo, pero por aquel entonces, todavía no lo sabía).

Teo se alejó, siguiendo a Yako, que corría como un condenado. Hasta que sus piernas le llevaron a un singular terreno. Un palacete burgués y salvaje a un tiempo.
Teo se sintió, de pronto, atraído por aquel territorio. Yako, visiblemente alterado, ladraba con fuerza a los portones transparentes de aquella fortaleza contemporánea.

Teo le dijo al oído a Yako que iba a entrar a investigar, que le esperara allí mientras él se daba una vuelta. El perro, que era bastante listo, se sentó, aunque agitaba la cola de manera nerviosa y desmesurada. Probablemente, cuando Teo hubiera entrado y lo hubiese perdido de vista, Yako ya habría abandonado su hieratismo y echado a correr a izquierda y derecha para liberar su brío animal, pero aún no, todavía no.

Ya dentro, Teo se dio cuenta de que aquel lugar era como cualquier otro: el comedor del colegio, la clase de 3º A donde José Menéndez le quitó un día el bocadillo o la sala de espera del dentista. Todo estaba allí, en un solo sitio.

Pero entonces Teo vio a personas. Sí, a personas, a seres humanos. Eran algo más mayores que él, y todos se dirigían a un mismo sitio: Una habitación con muchas sillas y muchos espejos. Recordando que le había prometido a Yako investigar, y siendo fiel a su promesa más que a cualquier otra cosa, Teo entró sin reparo en el aula.

Una mujer blanca hablaba. Mejor dicho, les hablaba. A esas personas.

Esperpento.

La palabra resonó con fuerza en su mente. Sobre todo porque Teo no entendía lo que significaba y nunca la había oído antes. Y Teo era una persona curiosa, pues siempre le llamaba más la atención aquello que más desconocía.
Aquella palabra… le pareció difícil de pronunciar, de hecho. Es-per-pen-to.

El esperpento es una deformación de la realidad”.

Es una manifestación grotesca, una caricatura risible del medio que nos rodea”.

El esperpento desdibuja las formas humanas, mezcla lo animal con lo civilizado y aúna lo elevado con lo más bajo”.

Todo eso Teo no llegaba a comprenderlo. O al menos, no en su totalidad. Pero entonces, Teo observa a las personas. Sí, a personas. Y se da cuenta de que están hablando, o riendo, o callando, o simplemente escuchando.

Están deformándose. Se deforman. En cada segundo que pasa. En cada palabra que emerge. Se deforman una y otra vez, para siempre.

¿Y por qué?

Porque no hacen lo que sienten. No dicen lo que sienten.

Hay unos que ríen un chiste que no les hace gracia.
Hay otros que callan porque no saben cómo expresar lo que piensan.
Están aquellos que escuchan, pero lo hacen por miedo, pues escuchar no es su intención instintiva inmediata.
Están aquellos que miran con lujuria, con odio o con envidia, sentimientos que ocultan cuando saben que alguien, de pronto, los observa tras un velo invisible.
Hay ojos que asesinan, otros que desean y aquellos que se rinden ante otras pupilas más fuertes.
Hay mentira e hipocresía.

De pronto, Teo empieza a ponerse muy triste. De verdad. Muy triste.
Porque se da cuenta de que esas personas que ha visto modifican sus instintos (¿qué pensaría Yako si Teo hubiese hecho caso a Mamá?), su realidad. Hacen un esperpento de sus vidas. Y entonces, la realidad se convierte en un esperpento.

Y es cuando Teo descubre qué significa esa palabra. Esperpento. O al menos, qué significa para él: Madurar. Crecer. Hacerse mayor. Envejecer.

Teo se asusta. De verdad. Se asusta.
Entonces decide salir corriendo de allí: No quiere que se le contagie nada, y si algo tan malo como un constipado puede pasar de una persona a otra con facilidad, pues… pues eso también, piensa Teo.

Yako agita la cola. La agita arriba y abajo cuando lo ve. Y Teo el niño se marcha con Yako el perro, y corren como dos condenados. Y su impulso es sólo uno: Salir de esas arenas movedizas para no hundirse en el oxígeno viciado del desierto humano.

Y Teo se alegra y se pone feliz porque va a seguir su impulso. Su primer impulso. El original.





El Esperpento del que hablaba la mujer blanca es una cosa propia de un tal Valle-Inclán. Vallé-Inclán se llamaba. Pero lo olvidó al instante, desde el mismo momento en que aquella señora lo nombró. Ya habría tiempo de aprenderlo de nuevo, más adelante… y volver a olvidarlo.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Historias de un Banco


Hace unos días Teo volvió al teatro junto a su abuela. Fueron al espacio cultural Bancaja donde se representaba "Historias de un Banco", dirigida por Adrián Novella e interpretada por la Agrupación Cultural Memfis de Castellnovo.


La obra empezó a cautivar a Teo ya en la primera escena. Cuenta las historias que ocurren en un banco de madera, posiblemente situado en uno de los tantos parques de la ciudad. El banco es testigo de la pobre y humilde vida de un mendigo que duerme en él, una joven pareja que ya no saben si están enamorados, un par de solitarios que buscan el amor, una mujer que no ha superado la muerte de su marido, el niño que sueña con levar anclas y una pareja de ancianos enamorados y deseosos de luchar por su amor. A la abuela de Teo le encantó la escena de los ancianos, le recordó a su Roberto, que en paz descanse... Personajes peculiares y carismáticos que no se alejan de la realidad.


A Teo le pareció que la obra era una poesía, tanto estéticamente como literariamente. Cada una de las historias envolvía al espectador gracias a la estructuración de cada una de las escenas, las cuales se entrelazaban a partir de elementos en común como el libro que la desesperda de amor se olvida . Todas las historias se envolvían en una estructura circular. El paso del tiempo se marca con el mendigo que se despierta y se despide de su "casa" para volver por la noche y contarle todo lo que le ha pasado durante su "jornada laboral".


Teo se dio cuenta de que algo faltaba en esa composición escénica. Empezó a fijarse con detalle qué era lo que le "chocaba": la luz. Los actores no estaban iluminados y no se les veía sus expresiones, algo que a Teo le pareció mortal porque se moría por ver todos los detalles expresivos de los personajes, estuvo a punto de subir a hablar con el técnico de iluminación seriamente pero, en ese momento, la abuela de Teo comenzó a sollozar porque la historia de la madre y el hijo le recordaba a su prima Maria Caspia que había perdido a su marido en la Guerra.


Cuando terminó la obra Teo se emocionó, se lo había pasado genial viéndola, excepto por la falta de respeto de la gente que hablaba o salía sin parar haciendo ruido con las puertas.


Camino a casa con su abuela se sentaron en el banco del parque que está justo enfrente de su casa y pensaron en todas esas historias y que en ese momento ellos mismos formaban parte de la "vida" de aquel banco, por eso los dos junos empezaron a inventarse un cuent, que la abuela mezclaba con experiencias vividas y Teo con relatos fantásticos que le fascinaban.


Es una buena forma de despedirse del día, charlar en la calle sentado en tu banco favorito y decirle buenas noches.



jueves, 4 de noviembre de 2010

Pájaros de papel


Esta semana Teo ha tenido la suerte de poder disfrutar de la película dirigida por Emilio Aragón "Pájaros de papel".

Quería haber ido al cine, pero como tiene que ahorrar porque quiere hacer muchas cosas en este nuevo curso de la ESAD que ha empezado, decidió ir con su abuela al videoclub* y sacar una película.

"Pájaros de papel" ha sido una de las películas más exitosas de este 2010, y está protagonizada por Imanol Arias, Roger Princep, Carmen Machí y Lluís Homar.

Cuenta la historia de un grupo de actores que, en la época de la República vivía muy bien, actuando y haciendo bolos por toda España, pero que tras la guerra, llega una época de gran decadencia para la cultura y el espectáculo en nuestras tierras...y vemos como este grupo, integrado por Imanol Arias, Carmen Machí y Lluís Homar tiene que hacer frente a todo lo que ha sucedido en España, que está entrando en un periodo de decadencia.

A Teo le divirtió mucho el papel del niño que protagonizó el Orfanáto, Roger Princep, que aquí interpreta a un huérfano que acude a la troupe a pedir ayuda, y es adoptado (de manera ilegal) por Lluís Homar.

Pero esta película le encantó a Teo por la historia y por las imágenes, una historia muy bella en la que no todo gira alrededor de la guerra, sino de este grupo de actores que se las ingenian para vivir como pueden.

La calidad de la película es grandiosa, los actores (tanto los principales como los secundarios) están geniales, y la música, creada por el mismo director de la película, Emilio Aragón, es preciosa.

Teo y su abuela están muy felices de contar en España con estos grandiosos profesionales, y Teo espera que la gente se anime a ver más cine español, porque vale la pena...

El martes que viene Teo os seguirá contando cositas...os espera aquí!!!

Os deja el trailer de la peli:






*Desde aquí Teo quiere recordaros que hay que sacar las películas del videoclub y no descargarlas de internet!!

martes, 2 de noviembre de 2010

Los intereses creados.


La semana pasada Teo fue a ver ''Los intereses creados''. Una obra de Jacinto Benavente dirigida y coprotagonizada por José Sancho.

La abuela de Teo le había dicho que al entrar al teatro podía pedir un programa de mano para ver qué actores hacían qué personajes, quien se había encargado de la escenografía, de las luces, de la dirección y ese tipo de cosas. Lo que a su abuela se le había olvidado decirle es que después, una vez sentado en su butaca, un señor parecido a otros que ya conocía (ver ‘’Teo y los vendedores de enciclopedias’’) le daría también ¡las anotaciones del director sobre la obra! y lo mejor de todo ¡sólo por dos Euros!

La obra empieza y varios elementos empiezan a hipnotizar a Teo: Las luces, la escenografía, el vestuario, la música…Todas aquellas cosas le parecían maravillosas, completamente dignas de un presupuesto cuyo cómputo debía tender aproximadamente a infinito.

De repente algo saca a Teo de su ensimismamiento. Empieza a dudar si el señor de la foto (el de la foto de la entrada, del programa, del libro de los dos euros) está actuando o no. Todos los actores parecen ir a la vez, parecen pertenecer a un cuadro del mismo pintor, de la misma época…pero de repente el señor de la foto habla más…más… ¿normal? ¿natural? es como si hablara el señor y no el personaje. Teo está desconcertado. No lo hace mal, piensa resignado, pero lo hace diferente, diferente a todos los demás. A él le hubiera gustado más que todos los actores hicieran un trabajo coral, algo en conjunto, que todos tuvieran en cuenta a todos.

Lo que más le gustó a Teo de la obra fue una escena en la que Leandro y Silvia están solos, fuera del baile, y se enamoran para siempre. Teo sintió ese amor, se olvidó de que estaba en un teatro, fue como si eso estuviera pasando dentro de él, como si lo viera con los ojos cerrados.

Cuando la obra terminó Teo pensó que se alegraba de haber ido pero que no recomendaría a nadie que pagara dieciocho euros para ver esa obra. Menos mal que él ahora era de la ESAD: desde luego sí que es una obra de 3,60.